¡Descubierto! El cerebro juega un papel clave en el control del peso y la obesidad al regular la absorción de grasas en el intestino.
La obesidad es una condición de acumulación de grasa corporal que surge de un desequilibrio entre la energía consumida y la energía expendida, en el que la primera supera a la segunda. Quienes la consideran una enfermedad crónica lo hacen especialmente por su comorbilidad, es decir, su frecuente coincidencia y relación con enfermedades como las cardiovasculares, la diabetes, la osteoartritis, la apnea obstructiva del sueño y algunos tipos de cáncer, además de significativos problemas psicológicos que impactan, en particular, la autoestima de la persona que padece esta condición.
El estudio científico y social de la obesidad ha mostrado que se trata de una alteración corporal compleja, cuyas causas son múltiples y variadas, pudiendo incluir factores genéticos y epigenéticos, dieta y hábitos de ingesta alimentaria, estatus socioeconómico y tipos de vida personal y social. Las personas generalmente engordan por comer más de lo necesario, un comportamiento cuyas principales raíces vamos a encontrarlas, además de en su ambiente vital, en los sistemas homeostáticos e incentivos del cerebro que regulan el equilibrio energético y el peso corporal.
Aunque esos sistemas son múltiples y complicados, la obesidad depende en buena medida de la absorción que el intestino realiza de la comida ingerida, particularmente de las grasas. Pero, contrariamente a la idea, hasta cierto punto intuitiva, de que esa absorción tiene lugar de manera autónoma por difusión pasiva en el sistema digestivo, ahora sabemos que es también el cerebro quien la controla, y un numeroso y coordinado grupo de investigadores de hospitales y universidades de Shanghái en China acaba de poner de manifiesto el mecanismo preciso por el que ese control tiene lugar en ratones. Las características de su investigación, publicada en la prestigiosa Nature, son las que explicamos a continuación añadiéndole contexto en humanos.